Y sin embargo he vuelto a la grandiosa majestuosidad del poder imaginar, deducir y aparentar una realidad que ha estado durmiendo latente en mi conciencia pero que últimamente no he prestado mas atención que para consultar alguna opinión, no obstante poco relevante.
Lo sé, lo sé.... en la entrada pasada me habían quedado pendiente algunos puntos interesantes que podrían ser explicados de una forma simple, con el ejemplo claro de mi propia historia, sin embargo ya no quiero seguir con eso, quizás en entradas futuras, no lo sé. Me ha traído por acá un sentimiento de culpa, de sensibilidad, de tristeza, de impotencia, no así de dolor ya que aquello me resulta un poco exagerado. He visto la desgracia humana ligada al sentimiento único omnipotente, sublime, celestial como algunos lo suelen llamar, aquel sentimiento tan comúnmente llamado amor y que para mi había sido tan ajeno y sólo de atracción, de instintos prehistóricos que incitan a la reproducción como en los animales, asumiendo que éstos últimos sienten amor, y que a ti lector te pregunto directamente y sin tomar en cuenta mis dichos ¿Los animales aman?¿Sentirán aquel deseo de ser parte del otro, de vivir del otro, de ser fieles y defensores de la persona amada?, ciertamente en mi opinión claro que si, sin embargo con parámetros distintos a los humanos.
La decepción puede ser común con síntomas etéreos y de límites poco claros, a lo que defino como dolor referido, comúnmente asociado al pecho, al corazón y que tiene relación a las ilusiones que uno crea al momento de hacerse una idea de lo maravilloso que resulta para si tener una vida, un rato, un momento, un segundo, un instante de felicidad y de bienestar el cual uno hasta ese momento creyó saber, pero que como todos sabemos es imposible determinar a ciencia cierta las verdaderas intenciones de la mente humana, que para mi es indescriptible e impredecible y es lo que le da la variante y el sabor, esa curiosidad inmensa del vivir sin saber lo que pasará mañana, pero que paradógicamente es lo que causa ese dolor, cuando de cabezazo se descubre la verdadera realidad.
Hay tantas cosas en la vida que me producen un cierto dejo de incompatibilidad y de rezago al pensar que algún día podré pertenecer a un mundo destruido y corrompido por la codicia, la poca humildad, el miedo, el placer, el poder... en fin, tantas características que al fin y al cabo serán y seguirán perteneciendo a esta vida, duele, eso sí, mucho más cuando esas características se plasman en personas importantes para uno, y es cuando en ese preciso instante el dolor se vuelve insoportable, siente como los pedazos libres del cristal de la ilusión, rotos por la decepción, rasgan la piel y deja expuesta la herida incurable que ha dejado primigeniamente el amor. La tragedia se vuelve teatral y banal, sólo queda sentarse a esperar y contemplar cual majestuoso espectáculo como si fuera ajeno a nuestra propia existencia.
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